Aprender en la vida adulta es una actitud de asombro, pilar de la sabiduría

Por: Luz Marina Villa – Trabajadora Social, especialista en Familia de la UPB y en Gerencia del Desarrollo Social de la Universidad Eafit.

“Aprender como adultos, significa reconocer que no somos tan buenos en algo y que tenemos espacios de mejora” – Sócrates.

El ser humano, en las sociedades modernas, encuentra múltiples oportunidades para acceder al conocimiento sin necesidad de asumir el rol de estudiante. Su actitud frente al aprendizaje nace del auto reconocimiento de ampliar sus perspectivas y de la humildad frente a lo que no sabe responder, sin afectar su autoestima.

Sócrates nos enseña a reconocer nuestras limitaciones y a valorar el saber de otros, sin sumisión, más bien, como una actitud de modestia espiritual, que implica no tomarnos tan en serio nuestros éxitos y fracasos, lo que fomenta el crecimiento personal y reduce nuestra actitud defensiva hacia los demás, especialmente de aquellos que acompañamos procesos de cambio personal y social, donde el saber del adulto adquiere un valor intrínseco en el que se comparte conocimiento de interés común.

El asumir que tenemos mucho que ignorar, así seamos adultos, abre la posibilidad de aprender y crecer. De ahí que el primer paso para no obturar este proceso de mejoramiento continuo es reconocer nuestras limitaciones, antes de dar un paso más firme en la adquisición de saber.

La andragogía es el arte de enseñar a los adultos, es lo opuesto a la pedagogía y se fundamenta en la necesidad del Ser humano de continuar educándose después de haber concluido su educación formal, porque su motivación lo hace consciente de desear aprender para centrarse en su vida, en lugar del potencial académico que ofrece un proceso de enseñanza en las etapas de niñez y juventud.

Los enfoques andragógicos del aprendizaje se centran en las necesidades de aprendizaje de los adultos, lo que se traduce en una mayor retención de conocimientos.

Los métodos animan al adulto a interactuar con su entorno, en vez de sentarse pasivamente tras un escritorio a escuchar las explicaciones del profesor.

El término andragogía fue utilizado por primera vez por Alexander Kapp, profesor alemán, en 1883, para analizar elementos de la educación de Platón. Fue Malcom S. Knowles, docente de la Universidad de Boston, quien desarrolló un enfoque más integral para la educación de adultos.

En mi experiencia profesional como trabajadora social, especialista en Familia y en Desarrollo Social, he podido validar principios de este enfoque, en contextos de co creación de narrativas y de construcción colectiva de alternativas de solución a los problemas que aquejan el entorno de los actores involucrados.

Entre las lecciones aprendidas, logro destacar las siguientes:

– Se observa progreso en entornos de aprendizaje no formales y más flexibles.

– La experiencia es el recurso más importante para que el conocimiento adquiera sentido.

– El adulto está más dispuesto a aprender cuando logra apreciar el impacto de su aprendizaje en conductas tales como asertividad, reconocimiento, sociabilidad y proactividad, incluyendo los errores.

– La orientación a los problemas y al logro les impulsa a aprender mejor, sin centrarse tanto en el contenido.

– La necesidad de aprender surge de necesidades internas de los adultos, no por presiones externas.

¿Cómo se aprende a trabajar con métodos andragógicos?

Estos métodos de enseñanza requieren de la aplicación de los siguientes principios:

AUTOCONCEPTO

Ser capaces de tomar iniciativa, con o sin ayuda de otros, para estudiar, analizar problemas, formular objetivos, identificar recursos y mejorar la situación que nos interesa nos hace más maduros, independientes y autónomos.

EXPERIENCIA DEL ADULTO

El caudal de experiencia del adulto actúa como un recurso potente en el aprendizaje. La educación formal, la experiencia laboral y los acontecimientos vitales son los insumos esenciales para conectar los conocimientos previos con la información nueva.

DISPOSICIÓN PARA APRENDER

Estamos dispuestos a aprender si el conocimiento o la habilidad adquirida tiene un impacto positivo en la vida personal, laboral o social. Esto significa que la intención de aprender está asociada al rol que deseamos fortalecer en la vida como empleado, cónyuge, padre, madre, cuidador o líder.

ORIENTACIÓN AL APRENDIZAJE

Aprendizaje basado en problemas, que requieren de nuevos conocimientos aplicables a situaciones prácticas de la vida actual.

La aplicación inmediata del aprendizaje es lo que activa la voluntad de ensayar otras maneras de entender la realidad y de afrontarla, por lo tanto, el conocimiento no es una materia, no es algo que queda en la memoria, es una experiencia de vida que ha logrado situarse en un contexto específico con nuevos elementos de manejo.

MOTIVACIÓN PARA APRENDER

El adulto aprende por necesidad, por convicción, no está mediado por influencias externas, presiones del medio o por moda.

El aprendizaje no significa satisfacer a otros, los adultos buscan su propia educación para resolver sus problemas en forma eficaz y eficiente.

APRENDIZAJE ACTIVO

La participación activa del adulto en el ambiente de aprendizaje es lo que define el rol del educador y del que aprende, puesto que las interacciones son más de tú a tú y, lo que se produce entre ellos, es una empatía dinámica y propositiva que activa la creatividad, la imaginación y el deseo de intentar otras maneras de entender y enfrentar situaciones concretas. El contexto de clase magistral, charlas, concepto de expertos y enseñanza pasiva no forma parte de estos procesos.

Las técnicas que promueven el aprendizaje de adultos son talleres reflexivos, debates grupales, estudio de casos, juegos de roles entre otras.

La conciencia de sí mismo, en lo referente a nuestro potencial de crecimiento personal, no tiene límites; siendo la edad adulta la que más nos permite ampliar nuestras perspectivas de la realidad por el aprendizaje que generan los encuentros entre personas con intenciones concretas, de producir conversaciones profundas y satisfactorias que impactan nuestra realidad de vida.

«Educar es más difícil que enseñar, porque para enseñar se necesita saber, en cambio para educar se necesita ser» – Quino

 

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