Educar las emociones es tan importante como enseñar a leer o a sumar; es una inversión en bondad

Por: Equipo de ComunicacionesCorporación Superarse

La Corporación Superarse es una entidad sin ánimo de lucro que desde hace más de 5 décadas labora por el cuidado, educación y mejora completa de niños, niñas y jóvenes en peligro. Con sucursales en Medellín y el Valle de Aburra; ͏da͏ atención educativa, comida útil; apoyo mental ͏y entrenamiento a ͏través de escuelas ͏y programas especiales. Su propósito es hacer seres humanos completos; independientes y entregados a cambiar su alrededor. 

La enseñanza socioemocional no es algo extra: es un soporte. En un mundo cada vez más difícil, rápido y diferente, la necesidad de hacer más fuertes las habilidades emocionales y sociales de nuestros niños y jóvenes es muy importante. Como entidad que labora con personas vulneradas, en Corporación Superarse hemos visto que el aprendizaje real solo funciona cuando el entorno emocional es seguro y afectivo. 

Pero ¿qué entendemos por educación socioemocional? No se trata solo de enseñar a “controlar las emociones”, sino de ofrecer herramientas para identificarlas, expresarlas de manera saludable, establecer relaciones empáticas, resolver conflictos de forma pacífica y tomar decisiones conscientes. Es una formación integral que atraviesa todo el proceso educativo, no un tema aislado en una clase eventual. 

En Superarse, esta dimensión se trabaja de forma transversal en los distintos niveles. Desde los niños más pequeños hasta los adolescentes que se preparan para el mundo laboral, se promueven estrategias para desarrollar la conciencia emocional, la regulación, la motivación, la empatía y las habilidades sociales. Este trabajo se realiza desde el aula, pero también en espacios psicosociales, actividades lúdicas, acompañamientos familiares y procesos restaurativos. 

 

La emoción como llave del aprendizaje 

Diversos estudios en neuroeducación han demostrado que las emociones juegan un papel crucial en los procesos cognitivos. Un niño que se siente valorado, comprendido y acompañado es capaz de concentrarse mejor, retener información con mayor eficacia y desarrollar un pensamiento crítico. En cambio, la presencia de miedo, ansiedad o desconexión afectiva activa en el cerebro mecanismos de defensa que dificultan el aprendizaje. 

Esta realidad se ha evidenciado especialmente en nuestros procesos postpandemia. Muchos niños llegaron con altos niveles de estrés, comportamientos alterados y una intensa necesidad de apoyo emocional. Desde entonces, hemos reforzado nuestras metodologías al priorizar el cuidado de las relaciones y trabajando en conjunto con las familias y docentes, ya que la formación académica carece de impacto significativo sin el componente emocional. 

 

Educadores emocionalmente disponibles 

La educación socioemocional no debe limitarse solo a los niños; también requiere la participación de adultos formados y conscientes. En este sentido, hemos implementado espacios de formación continua para nuestros educadores, orientadores y cuidadores, donde se abordan temas como el autocuidado emocional, la comunicación asertiva y la escucha activa. Un educador emocionalmente disponible es capaz de reconocer sus propios estados internos y, desde esa base, acompañar de manera más efectiva a sus estudiantes. 

Una de nuestras docentes expresa:

“He comprendido que mi bienestar emocional es, a su vez, una herramienta pedagógica. Si estoy bien, puedo ofrecer mejor apoyo. Y si me siento abrumada, cuento con estrategias para volver a centrarme.” 

 

Resultados que se sienten, no solo se miden 

Los impactos de la educación socioemocional a menudo no son inmediatos ni fácilmente cuantificables. Se manifiestan en un niño que logra expresar su ira con palabras en lugar de agresión; en un adolescente que elige comunicarse antes de actuar; o en un grupo que aprende a resolver sus diferencias con empatía. Son logros silenciosos, pero profundamente transformadores. 

A pesar de ello, hemos registrado avances. En nuestras evaluaciones institucionales, los niños indican sentirse más escuchados, han mostrado una disminución en comportamientos agresivos y presentan mayor habilidad para gestionar sus emociones. También hemos observado una reducción en conflictos interpersonales y una mejora en el ambiente escolar. 

 

Un llamado a la red: educar con humanidad 

Como organizaciones sociales, tenemos la responsabilidad de ir más allá de los indicadores. Debemos cuestionarnos qué tipo de personas estamos formando y cómo nuestras intervenciones contribuyen a su desarrollo emocional. Esto significa asumir la educación socioemocional como un compromiso ético y metodológico. 

Desde Superarse, hacemos un llamado a todas las organizaciones federadas para que integren esta perspectiva en sus prácticas cotidianas. Se puede comenzar con pequeñas acciones: validar las emociones de los niños, crear espacios de diálogo, capacitar a los equipos en gestión emocional y conectar con las familias. No se trata de encontrar respuestas perfectas, sino de estar presente con autenticidad. 

En una época en la que el mundo requiere más empatía, diálogo y humanidad, el enfoque en la educación emocional se convierte en una herramienta fundamental para fomentar la paz y promover la transformación social. Sin lugar a dudas, este es un camino que merece ser explorado. 

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